domingo, 4 de agosto de 2013

Mi primer trabajo como matrona

Tras casi tres meses sin pasar por aquí, por fin actualizo el blog con la mejor de las noticias con la que me podía encontrar este verano: trabajo.

Después de finalizar la residencia y de pasar unos días de lo más emotivos, entre congresos, quedadas y múltiples despedidas, tocó volver a casa, abandonar la vida que había llevado durante dos años y en la que era muy feliz.

La vuelta no se hizo tan dura como me pensaba. Es más, lo pasé bastante peor mientras hacía las maletas e iba diciendo adiós a todo aquello que me rodeaba. En casa pronto me adapté de nuevo a la rutina, decidí no perder tiempo puesto que veía que pasaban los días y no me llamaban para trabajar. Así que me puse manos a la obra, desempolvé mis apuntes y empecé de nuevo a estudiar. Poquito a poco, porque todo lleva su tiempo, volví a sentarme en aquella mesa donde tantas y tantas horas había pasado hace unos años.
¿Mis objetivos? Varias oposiciones que hay por ahí rondando. El caso es no dejar el estudio. Y también, tras 9 años sin tocar el English, comencé desde 0 a estudiarlo. Sí sí, desde lo más básico para ir recordando todo lo que aprendí en su día, con vistas a un proyecto futuro conjunto :)

Jamás perdí la esperanza de que me llamasen. Sí es cierto que veía que a mis compañeros los iban llamando de enfermera o de matrona, y mi teléfono nunca sonaba. Pero decía, y realmente lo pensaba, que sería por algo. Es un pensamiento muy zen, pero en mi caso ha sido verdad. Si no me llamaban para trabajar, sería porque algo bueno me estaría esperando, o porque tenía que estudiar, o ver cosas del inglés... Pero siempre conservé la esperanza.

Hasta que un viernes, llamaron para trabajar al compañero que va delante mío, en la comunidad autónoma donde hice la residencia. Sabía, por una matrona con la que me llevo genial y a la que agradezco mucho, que el lunes tenía que darse un contrato, y yo estaba rondando el puesto.
Así que el domingo volví a mi segunda casa y tuve la enorme suerte de que al día siguiente, a eso de las 12 de la mañana, sonó el móvil. Me daban un contrato de matrona donde había hecho la residencia, hasta el 31 de agosto. No podía estar más contenta. El corazón me latía a mil, ¡lo había conseguido! Sólo tenía ganas de llamar a la gente para contárselo, y de que llegasen las 22h, puesto que empezaba esa misma noche.

Tengo que decir que menos mal que en esos momentos, y durante toda la tarde hasta que comencé el turno, estuvo conmigo mi súper F, porque de verdad que estaba histérica. A pesar de conocer el sistema, la planta, el paritorio... era una sensación completamente distinta el pensar que ya no era residente, sino que iba a trabajar como matrona. ¡Estaba nerviosísima!

La primera noche no pudo ir mejor. Una compañera genial que en su momento me enseñó, sobretodo, a tener paciencia y a dirigir bien a las mujeres. Cuando salí a las 8 no me lo podía creer. Estaba en una nube.

La mayoría de los turnos he estado en planta, puesto que estoy sustituyendo a una chica embarazada y le habían puesto un turno más o menos "tranquilito".

El miércoles hice mi primera guardia de 24 horas. Estuve todo el día en planta y por la noche bajé al paritorio. Esa sensación de partir con las compañeras para dormir... ¡un placer! Acostumbrada a estar de residente toda la noche en vela de un lado para otro, esto era un lujo.

En mi turno, bajó una terci de la planta con 4 cm. En 10 minutos, había parido. MI PRIMER PARTO COMO MATRONA. Fue todo tan rápido y tan bien que no era muy consciente. Como anécdota graciosa, el papel que llevan los padres al registro civil, no sabía rellenarlo, puesto que de residente lo rellenan las matronas. Sentí tal orgullo al verlo relleno por mi, con mi firma y mi número de colegiado certificando el nacimiento de un varón, ¡que no pude evitar echarle una foto al papel!
Bienvenido David, que sepas que me acordaré de ti.

Cuando llegué a casa después de la guardia de 24 horas, y de haber desayunado con las compañeras como una señora matrona :P, fui consciente de donde estaba y de lo que había logrado. Un placer volver a sentir esa sensación de ayudar a un bebé a nacer.

Así que como sabéis, estoy muy muy contenta. Por más que intente explicarlo de verdad que no hay palabras para expresar lo que siento. Feliz por trabajar como matrona, porque cada día voy al hospital con una sonrisa enorme, siempre, y deseando hacer mil cosas.
Feliz por volver a mi segunda casa, al piso donde estuve, porque he tenido mucha suerte.
Y sobretodo, feliz por estar aquí contigo. Esto es lo mejor que podía pasar este verano, trabajar como matrona y estar junto a tí. ¡Te quiero!

¡¡¡ Soy muy feliz!!!!

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